Vivir en un edificio histórico
03/07/2018Iuri Izrastzoff, nuestro gerente de Marketing, en entrevista con La Nación, contó cómo son quienes viven o buscan vivir en torres emblemáticas como el Kavanagh.
CompartirLa periodista de La Nación, Andrea Glikman, escribió el 30 de junio último la nota “La experiencia de vivir en un edificio histórico”. Para ello, conversó con nuestro gerente de Marketing, Iuri Izrastzoff, sobre las características de algunos de los edificios más emblemáticos de Buenos Aires, como el edificio Kavanagh.
En relación al piso 14, el más grande del Kavanagh, de 740 m2 -de los cuales 475 m2 son cubiertos- contó que continúa en venta por US$3,9 millones. Como dato curioso, esta unidad perteneció a Corina Kavanagh, la mentora del edificio, y actualmente su propietario es el empresario francés Lord Alain Levenfiche.
“Primero se ofertó en US$8 millones, pero hasta ahora nadie encontró la forma de venderlo”, puntualizó Iuri Izrastzoff (el piso en cuestión está en venta desde hace 11 años). “Se trata de una propiedad que es como una pieza de arte pero que perdió su carácter”.
En esa línea, nuestro gerente de Marketing también precisó que quienes viven en este tipo de departamentos en la Ciudad de Buenos Aires son un público peculiar. Y dio un ejemplo, haciendo referencia también al Palacio Estrugamou, situado en Esmeralda y Juncal, en el barrio de Retiro, como el Kavanagh.
“Muchos de los que viven allí -precisó Izrastzoff- son propietarios históricos, dado que es un bien de familia continuar ahí. Para otros propietarios es aspiracional. Tanto al Estrugamou como al Kavanagh los buscan porque brindan status: son como el Dakota de Nueva York".
Extracto de la nota
“La construcción fue inaugurada en enero de 1936, por iniciativa de Corina Kavanagh y se hizo en el tiempo récord de 14 meses. En su momento, con una altura de 120 metros, el proyecto fue la torre de hormigón más elevada de América latina. Los 105 departamentos se reparten en 31 pisos y son todos distintos. Además la torre cuenta con cinco escaleras, palieres privados, locales en la planta baja y cocheras de cortesía. Por el proyecto pasaron los más diversos propietarios: desde la familia del empresario Gregorio Pérez Companc hasta los Rocca, la familia propietaria de Techint. Este edificio, y otros tantos, son un verdadero baúl de recuerdos y los mejores relatores de historias”.
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